El capim amargoso es una maleza de difícil control y muy agresiva que año tras año amenaza al cultivo de soja y la rentabilidad de los productores. Compartimos algunas de sus principales características y alternativas de control para lograr un adecuado manejo.
Importancia del Capim amargoso
El capim amargoso (Digitaria insularis) es una de las malezas de mayor importancia económica ya que es sumamente agresiva y ha mostrado dificultades para su control. Se desarrolla durante el ciclo primavero-estival afectando mayormente al barbecho y a los cultivos agrícolas durante el verano.
Al igual que otras malezas y organismos vivos, fue capaz de evolucionar y adaptarse a los actuales esquemas de producción que se caracterizan por el uso repetido de aquellas prácticas de alta eficiencia, de bajo costo y gran rentabilidad en el corto plazo. Ejemplo de ello es el empleo de herbicidas como glifosato en los campos de soja. El resultado: aparición de biotipos resistentes.
Esta maleza muestra una amplia distribución geográfica, mostrando presencia en más de 60 países. En Paraguay, 15 años atrás se detectó la presencia de biotipos con resistencia al herbicida glifosato; los cuales también han sido registrados en Brasil y más recientemente en Argentina.
Principales características del Capim Amargoso
Conocer el capim amargoso puede brindarnos las pautas necesarias para la correcta toma de decisiones que nos ayuden a exterminar esta maleza de nuestros campos sojeros. Algunos datos importantes a tener en cuenta son:
- Se trata de una especie perenne, lo cual agrava aún más el manejo.
- Su crecimiento es cepitoso, cuyos tallos alcanzan una longitud de 0,8 a 1,3 m de altura y sus hojas poseen lígulas de 4 a 6 mm y láminas de 20 a 50 cm.
- Genera una gran inflorescencia que mide entre 20 y 35 cm, en la cual las espiguillas están cubiertas por pelos (tricomas) color blanquecinos-café.
- Las semillas que genera son livianas y con pelos, existiendo mayores posibilidades de que sean transportadas por el viento y abarquen grandes densidades del lote.
- Sus rizomas poseen un alto contenido de almidón, dificultándose la traslocación de herbicidas y existiendo alta probabilidad de un rápido rebrote de las plantas.
¿Cómo podemos manejar el capim amargoso?
El monitoreo constante de los lotes es la primer herramienta para prevenir infestaciones severas de esta y otras malezas existentes en nuestros lotes. La detección temprana de “manchones” del capim amargoso permitirá realizar estrategias de control focalizadas en estas zonas (aplicaciones selectivas, labranzas, control manual) que prevengan su dispersión al resto del lote.
El uso de cultivos de cobertura puede ser una buena acción para controlar los nacimientos de la semilla ya que generaremos competencia por luz, agua y nutrientes. En los casos donde existan matas de la maleza ya establecidas y, dada la característica de perennidad de esta especie, los cultivos de cobertura no serán del todo eficientes.
Otra cuestión importante a considerar para prevenir la diseminación de la maleza entre diferentes lotes, es la correcta limpieza de la cosechadora. Esto evitará el traslado de semillas a zonas del campo.
Dentro de las estrategias de manejo químico algunos graminicidas selectivos aplicados en post-emergencia como el cletidom, fenoxaprop, haloxifop y fluazinfop han mostrado buen desempeño en plantas relativamente pequeñas (10 cm de altura y 2 macollos). Como así también amazapir y paraquat.
En situaciones que la maleza se encuentre más avanzada en su desarrollo (3 a 5 macollos) la estrategia de “doble golpe” puede ser efectiva. La misma consiste en la aplicación de glifosato+cletodim y luego de 7-10 días aplicar diurón + paraquat. Por otro lado, el herbicida nicosulfurón ha mostrado buenos controles de los rebrotes.
En resumen, el capim amargoso es una especie muy agresiva que ha generado resistencia a glifosato debido a los actuales esquemas de producción simplificados. La integración de estrategias culturales y químicas para su control es clave para su manejo eficiente y la prevención de nuevas resistencias.